Lo sentimos, queremos decirte que no estás solo y lamentamos sinceramente la pérdida de tu ser querido. Sabemos que nada puede devolverte el amor de quien partió y que sigue un momento difícil en tu vida. Déjanos ayudarte con este material de apoyo que te guiará en el proceso de duelo que comienza.
El duelo es el periodo posterior al fallecimiento de un ser querido. La manera como se desarrolla depende de quién lo sufre (ya que es un proceso netamente personal), depende además de las creencias y concepciones que se tengan de la muerte, el tipo de relación que se haya tenido con quién murió y la manera como ocurrió el deceso; todos estos son factores que también inciden en este proceso y que deben tenerse en cuenta a la hora de elaborar el duelo.
La duración del duelo tampoco tiene un tiempo estipulado, hay quienes en un año han logrado sobreponerse a la pérdida, mientras que a otros puede tomarles más tiempo. Lo que sí es cierto es que el duelo es un proceso doloroso, que implica cuestionamientos, reflexiones, toma de decisiones y cambios en la vida –a veces drásticos– que deben asumirse y que se pueden acompañar por la familia, amigos o profesionales.
Las personas que pasan por un duelo pueden sentirse aturdidas o confusas por lo
sucedido, esto es normal. Así como el dolor, la tristeza, el malestar físico, la pérdida
de sueño, apetito o peso, la dificultad para concentrarse o incluso para socializar y la
incertidumbre por el futuro. A veces hay sentimientos de culpa o de negación, que
trabajados de la manera correcta –con la ayuda de un profesional, por ejemplo un
psicólogo o un psiquiatra– pueden llegar a entenderse y asimilarse.
El duelo es un proceso, y como todo proceso toma tiempo y es dinámico; es decir, evoluciona, tiene etapas. A pesar de que éstas están definidas por varios investigadores, no necesariamente se dan de manera estricta o cronológica. Efectivamente hay elementos comunes a ciertos periodos, que identificados por los especialistas ayudan a comprender el proceso, pero cada caso es único y subjetivo: cada persona manifiesta particularidades diferentes que deben respetarse y comprenderse. No obstante, es importante conocer las etapas.
Aunque varios investigadores han establecido una serie de etapas del duelo, la verdad es que el proceso de aceptación de la pérdida de alguien y de reconstrucción de la vida, es netamente personal y subjetivo. No obstante, hay elementos comunes que sí pueden describir una serie de momentos por los que se va a pasar, por lo que conocerlos puede ayudar a comprender lo que sucede. Estos son:
1. La etapa de la confusión o el aturdimiento: se da al enterarse de la muerte del ser querido. La persona parece no comprender del todo lo que acaba de suceder, esto puede durar unas horas o algunos días; en esta situación es común que la persona actúe de manera automática –como si estuviera anestesiada– o que incluso haga cosas de las que luego no se acuerde; otras veces pareciera que la persona no está presente, como si estuviera en otro planeta, abstraída o ensimismada. Todo esto es normal.
2. La etapa de la añoranza: echar de menos al ser querido es la característica principal
de esta etapa, que
puede durar varios meses. Hay un sentimiento intenso y constante de querer recuperar a
la persona perdida.
Algunos sienten que la oyen, la ven o incluso la perciben cerca. En esta etapa suele
manifestarse más la
culpa o las recriminaciones de “si hubiera hecho esto o aquello, quizás...”. No
obstante, cuando se dan
cuenta de que esto no es posible, la desilusión y el dolor es mayor.
3. La etapa de la desesperanza: la persona se enfrenta al hecho de que la pérdida de su
ser querido es real. El poner los pies en la tierra trae frustración, ira, miedo y
angustia ante un futuro incierto. Es común la alteración del sueño, la pérdida de peso o
el tratar de evadir la realidad a través de otras actividades como el exceso de trabajo
o con drogas y alcohol.
4. La etapa de la reorganización: cuando la persona puede asumir y aceptar la pérdida,
comienza a reorganizar su vida acorde con las nuevas circunstancias. Más o menos se da
al año del deceso. Este es un recomenzar, donde se construye una nueva forma de
enfrentar la vida
Es importante tener presente que cada persona es única en su forma de sentir y
sobrellevar el duelo. Hay que
respetar los procesos y las formas de expresar de cada quien, y solo intervenir si su
conducta es
autodestructiva.
Algunos consejos que se pueden seguir, ya sea de manera individual o acompañando a
alguien en su proceso,
son:
- Tranquilo, no todo hay que resolverlo en un día, ni todo hay que decidirlo de una vez, las cosas tienen un ritmo y todo se irá restableciendo con los días. Tómate un momento y respira profundo.
- Hacer la pérdida real. Esto no se logra de la noche a la mañana, también toma tiempo,
sobre todo al principio es difícil aceptar que la otra persona se ha ido. Hay un vacío
interior que crea un desequilibrio exterior, pero los días le ayudarán a aceptar la
realidad para poder seguir adelante. Es importante asistir al funeral, hablar de lo que sientes con personas de su confianza, no aislarte de espacios o gente que te recuerden a la persona, todo esto te permitirá aceptar racionalmente la realidad.
- Ponerles nombre a los sentimientos para comprender por qué y para qué se dan. Durante el
proceso del duelo
la persona va a sentir una serie de sentimientos –al tiempo o por separado– que si logra
identificar y
“nombrar” podrá irlos manejando. La idea es poder determinar cuándo se siente tristeza,
dolor, rabia, ira,
culpa, etc.; buscar y expresar el origen de dicho sentimiento y permitirse sentirlo. El
doliente está en
todo el derecho de poder sentir, identificar y hablar de cada uno de estos aspectos.
- Encontrar un sentido a la nueva vida: La idea es llegar a descubrir qué se puede hacer con lo que no se puede cambiar. Suena duro y es casi inaceptable concebir la vida sin el ser amado. No obstante, con el tiempo podrás hallarle un sentido diferente a tu existencia; esto no significa que la relación que se tenía se pierda del todo, simplemente cambia de forma.
- Respetar los ritmos individuales. No todas las personas son iguales, a unos les es más
fácil asimilar las cosas que a otros. Hay quienes las expresan de una manera y hay
quienes la expresan de otra, todo es válido y todo debe ser respetado. También es
recomendable buscar y asistir a grupos de ayuda. Si bien no es pertinente compararse con
nadie, sí es posible normalizar el proceso de la pérdida cuando la persona se da cuenta
de que a otros les sucede lo mismo. Los grupos de apoyo ayudan a explicar los
sentimientos y a compartir formas, recursos e información que han ayudado a otros.
Según los expertos, este tipo de duelo es quizás el más difícil de sobrellevar por la
familia y amigos, porque involucra varios factores. Primero, la reacción social. El
suicidio es un acto estigmatizado que trasciende las fronteras de la familia hacia la
sociedad, la vergüenza que siente la familia o el recibir cuestionamientos sobre si se
hizo o no lo suficiente con la persona fallecida afectan notablemente el entorno
familiar.
Otro factor importante es el de la culpa que comienzan a percibir los sobrevivientes. Es
normal que se cuestionen si hubieran podido hacer algo o, por el contrario, si no
hicieron lo necesario.
Finalmente, la ira, es el otro factor relevante en estos casos. Muchas veces la familia,
ante el acoso social, comienza a sentir este sentimiento al preguntarse cómo fue capaz
esa persona de dejarle esa vergüenza a la familia. Para sobrellevar el duelo del
suicidio es conveniente buscar ayuda profesional.
Una muerte intempestiva siempre genera un impacto fuerte en familiares y amigos. El
asombro y la sorpresa inicial son normales, así como la falta de credibilidad sobre las
noticias que se reciben, pues por lo general, la persona dura unos días en “reaccionar”.
Al principio puede haber sentimientos de negación, que luego pasan a ser de
culpabilidad. Estos van dirigidos a pensar: “Si tan solo hubiera hecho esto o aquello,
quizás esa persona estuviera viva”.
En este tipo de duelo se involucra la parte legal, en el sentido de que la policía y
medicina legal deben encargarse en primera instancia de la persona fallecida. Esto puede
hacer más dramático el deceso de la persona, así como más impactante, por eso es
importante a comprender cómo sucedió todo para poder llegar a sanar las heridas y
sobrellevar el proceso de duelo.
Se refiere a cuando se sabe con antelación que la persona va a morir. En estos casos los familiares y amigos comienzan a hacer el proceso de duelo anticipadamente, es decir a vivir las etapas antes del deceso. Este tipo de duelo conlleva unas etapas extra, las cuales no se dan en otro tipo de duelos, como la concientización sobre la situación del ser querido, el enfrentar el proceso hacia la muerte juntos y el hecho de prever las circunstancias futuras, como nuevos roles, herencias, sucesiones, entre otros. Es importante tratar de aceptar la realidad que se está viviendo para permitirle a la persona dejar organizadas sus cosas, relaciones y sentimientos con otros.
Además de intempestiva, este tipo de duelo conlleva el factor de que haya sido un niño el que muere. Por no ser un hecho común, ya que se espera que el ciclo de vida de una persona se cumpla desde la niñez hasta la vejez, causa gran conmoción. El desconcierto de padres y familiares es el sentimiento prevaleciente en una primera etapa, así como el dolor, la culpa y la ira, sobre todo contra quien se “cree” haya tenido la culpa. El apoyo psicológico de un profesional puede ser de gran ayuda.
La muerte de un hijo es quizás la pérdida más difícil de superar. Para los padres es importante apoyarse mutuamente, así como recibir el apoyo de la familia y amigos cercanos. Buscar ayuda profesional es ideal, ya que el proceso tiende a ser más fuerte de sobrellevar que con la muerte de otro ser querido.
Las etapas que se vivirán en este tipo de duelos son las mismas que en otro tipo de pérdida, aunque se acentúan sentimientos como la ira y la culpabilidad. La ira va dirigida a quien se cree ocasionó, directa o indirectamente, el fallecimiento, e incluso es muy común que se sienta ira contra el cónyuge y que esto desate peleas entre la pareja. La culpabilidad surge por la sensación de no haber hecho lo suficiente para evitar la pérdida.
Dado que la tensión entre la pareja aumenta, es recomendable acudir a un profesional para buscar una ayuda objetiva. Es común que los padres se culpen unos a otros, que uno de los dos sienta que al otro no le está afectando tanto la pérdida, que se alteren las relaciones sexuales e incluso que se llegue a pensar que es imposible seguir en pareja debido a lo acontecido.
- Permitir enfrentar el duelo sin evasivas, expresando las emociones y sentimientos sin
reprimirlos.
- No tomar decisiones importantes de pareja hasta que las emociones se calmen. Sobre
todo si se está pensando en tener otro hijo.
- No forzar a los padres a tomar decisiones sobre las pertenencias de los hijos.
- Mantener un buen diálogo y comunicación entre la pareja, ya que cada uno va a
sobrellevar el duelo a su manera. Compartir los sentimientos y emociones.
- No marginar a los hermanos del hijo fallecido del duelo. Ayudar a los demás hijos a
entender la pérdida familiar.
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